?Si suponemos que el oro tiene su propio kamuy, probablemente se trate de un dios maligno que solo depara calamidades a sus gentes: cualquiera que lo toque sufrirß una muerte ag¾nica. Puede que sea la mßs cruel y salvaje de vuestras deidades, aunque hermosa y resplandeciente como ninguna?. Incapaz de hacer frente a las amenazas del teniente Tsurumi, Asirpa le confÝa la palabra clave para descifrar el enigma de los tatuajes.

La guerra por Asirpa se ha convertido en la guerra por el c¾digo... íque por fin revela el escondrijo en el que descansa el gran tesoro aynu!